De circos y olimpiadas

jueves, 7 de agosto de 2008

Queda menos de un día. Han sido meses de discursos, amenazas de boicot convenientemente retiradas, mentiras, promesas, mentiras, más promesas, auto-bombo y, sí, más mentiras. Pero finalmente están aquí, los Juegos Olímpicos más controvertidos que un servidor recuerda (es obvio que no viví los de Rusia). Está claro que quien diga que estos juegos no sirven para nada se equivoca, y a las pruebas me remito. China ha avanzado mucho durante todo este tiempo de preparación, derribando edificaciones antiguas en Pekín/Beijing que resultan contraproducentes para la buena imagen de la ciudad, desalojando, por supuesto, a sus molestos inquilinos, que a punto estuvieron de hacer un amago de protesta (¡que se atrevan!, menudos jetas).



También ha mejorado la imagen que el resto del mundo tenemos del país. Y es que el gobierno ha habilitado tres (si, si, tres) parques para que, quien quiera, proteste. Obviamente, la idea de que alguien pueda mostrar su opinión fuera del espacio delimitado para ello resulta rocambolesca y hasta ofensiva para un servidor. Por no hablar de la calaña de la prensa, que pretendía informar y acceder libremente a Internet. Gentuza. Enemigos del país, como los que protestaban en los desfiles de la antorcha. Benditos sean los guardias, que supieron aplicar las medidas oportunas.

No podemos olvidarnos de la contaminación. Ese mal necesario para el crecimiento de la comunidad, que se ha conseguido paliar enormemente dejando circular solo a la mitad de los coches y lanzando misiles a la atmosfera. Quien niegue todo esto, merece el más severo de los castigos. Pero quien primero protesta, y luego se acojona, lo merece de verdad.

0 comentarios: